En Algeciras han detenido a siete marroquies en un doble fondo de un autobús. Es una noticia más. Otros lo intentan en embarcaciones precarias, otros en lugares tan inverosímiles como el tren de aterrizaje de un avión... ¿Os acordais de aquellos dos muchachos que murieron en el intento? A mí me impresiona la decisión y el coraje que muestran tantos inmigrantes para llegar a Europa... Viajan como sea, exponen su vida, y caminan hacia lo que muchas veces no es más que un espejismo... Tiempo y esfuerzo para conseguir primero el dinero, luego la espera, que para la mayoría es larga... Y después los riesgos del viaje... Y me pregunto: ¿qué les da tanta fuerza? el deseo de un futuro mejor o el empujón que les lleva a dejar su tierra. Un desarraigo de tantas cosas como dejan atrás, ¿merecerá la pena por lo que encuentran aquí? Sólo ellos, cada uno de ellos, de ellas, tienen la respuesta.
Yo no puedo frenar la inmigración ilegal, ni tampoco los gobiernos. La fuerza que les empuja y les atrae es más fuerte que las fronteras y las leyes... Puedo soñar que llegará un día en que el derecho a establecerse en cualquier lugar del mundo, (uno de los Derechos Humanos Fundamentales) sea una realidad. Pero los sueños, sueños son... Mientras tanto, seguramente durante mucho tiempo, lo único que esté en mi mano sea tenderla para acoger como amigo.
Hemos elegido el nombre de Odiseo porque para nosotros simboliza la figura del inmigrante, de quien recorre el mundo y experimenta la alegría o el dolor que causa la acogida o el rechazo de aquel pueblo que lo recibe. Queremos ser como Alcínoo, rey de los feacios, quien en la Odisea de Homero, recibe a Ulises con estas palabras:
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.
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