Hemos elegido el nombre de Odiseo porque para nosotros simboliza la figura del inmigrante, de quien recorre el mundo y experimenta la alegría o el dolor que causa la acogida o el rechazo de aquel pueblo que lo recibe. Queremos ser como Alcínoo, rey de los feacios, quien en la Odisea de Homero, recibe a Ulises con estas palabras:
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.

martes, 19 de enero de 2010

Empadronament, depén de com, qui i on?




Benvolguts i benvolgudes:
Aquests darrers dies tots els mitjans de comunicació, i també la gent al carrer, han parlat molt de la decisió de l’equip de govern de l’ajuntament de Vic sobre l’empadronament. Hi ha comentaris i enfocaments molt diferents: polítics, econòmics, organitzatius, culturals,… que mostren valors ben contraposats, alguns força racistes. És molt important el to que hi donem i hi hem de donar des de Càritas, des de l’Església. No hi podem fer el sord, ni deixar-nos portar per raons que passen per alt el centre del problema. Per això us fem aquestes ratlles. La nostra anàlisi ha de ser d’un altre tipus, davant d’aquest fet i d’altres de semblants: - Al centre del fet hi ha el futur de les persones més pobres i necessitades, sovint sense feina, sense recursos, sense protecció, i aquest fet central s’oblida. - Des de Càritas no podem mirar mai si tenen papers o no, si procedeixen d’una regió o d’una altra. No seria una mirada cristiana perquè no posaria al centre la persona i la seva necessitat. - Aquesta polèmica endegada pot enfrontar grups socials, dividir les nostres comunitats, també la comunitat cristiana, i crear animadversió vers els nouvinguts. Ja ho ha començat a fer. No hi hem de col•laborar, sinó donar-hi un altre enfocament. - Ha estat una declaració política, segurament de conseqüències greus, on s’accentua la desprotecció dels més necessitats. - Una mirada des de Càritas i des de l’evangeli ens recorda allò que és central: Veniu, beneïts del meu Pare perquè era foraster i em vau acollir (Mt, 25,34-35). Quan un immigrant vingui a instal•lar-se al costat vostre considereu-lo com un de vosaltres. Estima’l com a tu mateix (Lv 19,33-34).
No ens oblidem d’aquest to, essencial per un creient en Jesucrist.
Càritas Diocesana

Hoy acogemos, mañana compartimos

CARITAS REIVINDICA EL VALOR DE LA ACOGIDA CON MOTIVO DEL DÍA DE LAS MIGRACIONES
Recuerda la necesidad de especial protección de los derechos de los menores inmigrantes.


Cáritas. 17 de enero de 2010.

Con motivo de la celebración, el 17 de enero, del Día de las Migraciones, Cáritas quiere poner nuevamente el acento sobre la importancia de los valores de la acogida y la corresponsabilidad a la hora de trabajar entre todos por la construcción de un nuevo modelo de sociedad basado en la justicia, que no discrimine entre ciudadanos de primera y de segunda o que suponga abrir un paréntesis en los derechos democráticos de los inmigrantes.
Cáritas comparte la exhortación que lanza la Comisión Episcopal de Migraciones para esta jornada, que se celebra bajo el lema "Hoy acogemos, mañana compartimos", porque, como señaló nuestro Consejo General en su nota del pasado 6 de noviembre, "nos reafirmamos en uno de los principios evangélicos que inspira la acción en la gratuidad de Cáritas: ‘Fui extranjero y me acogisteis’".
Nuestra dilatada experiencia de trabajo en el campo de las migraciones nos confirma la riqueza que el hecho migratorio supone para nuestro país, y la oportunidad que la acogida representa a la hora de madurar como sociedad dispuesta a compartir con los últimos y no atendidos el acceso universal a todos los bienes. Para Cáritas, avanzar en la acogida significa trabajar por un modelo de crecimiento inspirado por principio de que "si no es de toda la persona y de todas las personas, no es verdadero desarrollo" (Populorum Progressio, Pablo VI).
Cáritas, que a lo largo de los últimos meses, junto a CEAR y la Red Acoge, ha venido realizando aportaciones ante la reforma de a LOEX, sigue apostando por el proceso de diálogo y consenso social sobre el hecho migratorio para garantizar los derechos de los inmigrantes y configurar una alternativa ante Europa de política migratoria justa y generosa construida sobre los valores de la diversidad, la solidaridad, la participación y la integración.
En este sentido, y al igual que los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones, Cáritas reitera sus alertas sobre la situación de especial vulnerabilidad que la última reforma legislativa puede suponer para los menores inmigrantes al reforzar una visión en la que se da prioridad a su condición de extranjero frente a su condición de menor protegido.
2010, una oportunidad para avanzar en la cohesión social
En este sentido, Cáritas Española está trabajando para que 2010 suponga para nuestro país una auténtica oportunidad para avanzar, con la participación de todos, en el horizonte de la cohesión social, que aproveche las oportunidades que la crisis nos ofrece para cambiar el modelo económico y caminar hacia un cambio de valores y actitudes. En esa línea, el Consejo General de Cáritas recordaba, al hilo de la reforma de la LOEX que "es entre todos cómo se construye una visión integradora de la migración, por lo que de nosotros depende que estos cambios legislativos consoliden un tipo de sociedad que no queremos".
Ante el Día de las Migraciones, Cáritas quiere hacerse eco también del coste humano que está suponiendo el actual momento de crisis para las personas más vulnerables. Cada día constatamos en nuestra red confederal de centros y servicios de acogida el drama silencioso al que se enfrentan las víctimas de la pobreza y, entre ellos, los inmigrantes en condiciones más precarias.
Es ahora cuando la solidaridad se hace más urgente y cuando la calidad de nuestra vocación como cristianos y como ciudadanos debe expresar lo mejor de sí misma a la hora de apostar por los derechos de los inmigrantes, de trabajar por su dignidad humana y de denunciar los intentos de reforzar su imagen como simple mano de obra en un mercado de trabajo en recesión.


En nuestra diócesis, la Jornada de las Migraciones se celebró con una eucaristía que concelebraron el obispo Don Casimiro López Llorente y unos veinte sacerdotes. A la misma asistió gran número de fieles, tanto feligreses de la parroquia de Santa María como inmigrantes de ésta y otras parroquias, así como de diferentes asociaciones de la ciudad.

Hubo lecturas, peticiones y cantos en inglés, polaco, rumano y español.

Al finalizar tuvo lugar una merienda fraterna en la que se compartieron conversaciones, experiencias y gastronomías diferentes.


¿Viaje al paraíso?


En nuestro artículo de hoy, el primero tras un largo período de silencio, queremos recomendar un libro. Se trata de El viaje de Kalilu: Cuando llegar al paraíso es un infierno. De Gambia a España: 17.345 km. en 18 meses.


El relato de Kalilu Jammeh publicado en la Editorial Plataforma, representa el primer intento descarnado de colocar, ante los ojos del lector europeo, el horror de una experiencia en la que sólo sobrevive un 5% de quienes la emprenden Una experiencia que cuestiona la idea de ser humano en la que nos complace reconocernos.

El pasado mes de noviembre el periodista de la Vanguardia Víctor-M. Amela entrevistó al autor del libro. Por el interés de dicha entrevista la ofrecemos hoy aquí.

Kalilu Jammeh, emigrante gambiano dedicado a combatir la emigración


"Si llego a saber lo que iba a pasar, no hubiese emigrado"


¿Qué hacía usted en Gambia?
Era recepcionista en un hotel de Kiloli, ciudad costera con mucho movimiento.

¿Y por qué emigró?
Porque quería prosperar, mejorar, quería una vida mejor.

¿Dónde pensaba encontrarla?
En Europa. Lo primero era llegar a España.

¿Emigra mucha gente en su país?
Desde niño he tenido amigos sin padre: hombres que habían emigrado..., y nada se había vuelto a saber de ellos.

¿Nada?
Nada. Daba igual: mi sueño era desembarcar en el paraíso. Europa era el paraíso soñado: para los africanos, Europa es Eldorado.

¿Qué les hace creer tal cosa?
La televisión y los turistas. La televisión vía satélite nos trae series e imágenes de Europa, atractivas. Y vemos llegar a europeos de vacaciones: personas despreocupadas con dinero para comer, beber, bailar, gozar, gastar... ¿Cómo no vamos a querer lo mismo?

Claro... ¿Y llegan muchos turistas?
A menudo son mujeres europeas con ganas de esbeltos jóvenes africanos...


¿Cómo preparó su asalto al paraíso?
Ahorré de mi trabajo, y un amigo emigrado hacía años a Canadá me envió mil euros.
Desde el 2002 lo intenté dos veces, y a la tercera llegué en patera a Lanzarote, en el 2004. Fueron 17.435 kilómetros a través de África durante dieciocho horribles meses.

¿Mereció la pena?
Si llego a saber lo que tuve que padecer en ese viaje, ¡me habría quedado en casa!
Pero ahora está aquí... y no se vuelve.
He fundado una ONG para ayudar a niños desamparados y a jóvenes de mi país, y para convencerles de que es preferible intentar prosperar allí que jugarse la vida para llegar a una Europa durísima y hostil. ¡Que mi sufrimiento sirva para evitárselo a ellos!

¿Qué sufrimientos fueron los peores?
¿Sabe lo que es, durante un año, asistir a dos funerales por semana?

¿Dos muertos por semana?
Compañeros de viaje iban muriendo por el camino, y los íbamos enterrando. Ahí empecé a entender por qué no sabíamos nada en Gambia de tantos emigrados...

¿De qué mueren?
Sed, hambre, golpes de calor, ahogos y aplastamientos en autocares abarrotados a través del desierto, mordiscos de serpiente, síncopes, enfermedades, peleas a puñaladas en cajas de camiones, accidentes de tráfico, asaltos de bandidos... Se les entierra y fin.

No suele hablarse de esto...
Sólo un 5% de los que emigran llega a Europa. El resto se ahoga en el mar o se queda en el camino. Algunos, apalancados en lugares perdidos, sin ánimo de volver a su casa...

¿Prefieren no volver? ¿Por qué?
Sus familias se arruinan para darles el dinero necesario para el viaje, dinero con el que en casa podrían vivir durante un año... Por eso volver les avergüenza: después de tantísimo esfuerzo y sueños, volver supone un fracaso insoportable… ¡Antes, la muerte!

¿Cuánto dinero llevaba usted?
Algo más de mil euros en monedas locales, oculta en los talones de los zapatos para evitar hurtos, atracos, sobornos abusivos...

¿Qué sobornos?
A través de Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger, Argelia, Marruecos..., los policías te detienen, te piden pasaporte, visas, papeles, te inculpan por cualquier cosa, te detienen... Da igual: siempre acabas regateando con ellos. Pagué para salir de una celda, aunque no me libré de más de una paliza...

¿Cuál fue su medio de transporte?
Autocares, camiones, coches, trenes, mis pies... Y, al final, la patera construida por nosotros mismos en una playa de El Aaiún.

¿Qué fue lo peor?
Bandidos argelinos: asaltaron el camión en que viajábamos, nos desnudaron, nos quitaron el dinero... Una chica se tragó su dinero pero la vieron: la violaron delante de todos, y luego la rajaron con un cuchillo, le abrieron el estómago para recuperar el dinero.

¡Qué espanto!
Durante toda una noche nos metieron en unas cuevas, nos golpearon, violaron a las chicas. De día, afuera, vimos alrededor un área cubierta de huesos humanos...

Buf.
Vi esqueletos y restos de cadáveres humanos durante todo el camino por Argelia y el Sáhara. ¡Esa parte de África es un cementerio de emigrantes subsaharianos!

Usted sobrevivió y siguió adelante...
En un centro de acogida trabajé un tiempo, gané algo de dinero, seguí luego camino con otros amigos, atravesando el desierto... Fueron muriendo deshidratados y me quedé con su dinero: ese era nuestro pacto...

No sé cómo soportó tanto dolor...
Me juré que si acababa el viaje contaría todo esto en un libro, para que todos lo supieran, ¡y sobre todo en mi país lo supieran!

Y así lo ha hecho.
Ese propósito me dio fuerzas. Eso, y que algunas personas buenas en el camino me ayudaron cuando ya me veía muerto...

Cíteme a alguna de esas personas.
Los guardias civiles de Lanzarote: después de más de un año de sentirme tratado como un animal, ¡me trataron por primera vez como a una persona!

¿Y cómo se siente usted ahora?
Hoy sé que el paraíso no está aquí, que hay que construirlo allí. Si estoy vivo es porque Alá quiere que ayude al progreso de mi país para que otros no pasen mi mismo infierno.


Tengo 36 años. Nací en una aldea de Gambia y vivo en Sant Pere de Ribes. Estoy casado con una catalana. No tengo hijos. ¿Política? Democracia y desarrollo. Soy musulmán. Presido una ONG que educa a niños gambianos desamparados y promociona la agricultura Habla pausadamente un español dificultoso. Su mujer me ayuda a interpretar la sobrecogedora peripecia de Kalilu, milagroso superviviente de un infernal periplo a través de África - a punto de morir muchas veces- y de la voracidad del Atlántico (que engulló ante sus ojos otra patera con 35 compañeros). Luego, en Europa, ha padecido desprecios racistas. Todo lo describe en El viaje de Kalilu (Plataforma), y ha fundado una ONG para frenar la emigración: "Ya he comprado un tractor que he enviado a mi pueblo, pues la emigración comienza cuando dejas el pueblo para buscar trabajo en la ciudad, y allí empieza el sueño suicida de venir a Europa".