No creo mucho en el tópico "año nuevo, vida nueva", pero si creo en el empeño que cada uno puede poner en el logro de la utopía de un mundo mejor para todos, comenzando por el metro cuadrado en que estamos y sin olvidar el amplio horizonte de toda la humanidad. La esperanza nos da fuerzas y alas para seguir en el empeño. Un deseo que quisiera ver hecho realidad: el que los seres humanos podamos convivir en fraternidad, abandonando todo aquello que, en aras de la realización personal, nos lleve a excluir, a marginar al otro, al diferente de mí. Dios quiera que alcancemos a descubrir el enriquecimiento que proporciona la diversidad y el ostracismo a que llevan los nacionalismos, razismos y todos los "ismos".
Acabo de escuchar y ver en TV la matanza de 40 personas, mujeres y niños en su mayoría, quemados dentro de una iglesia cristiana de Kenia. La "sinrazón": pertenecen a la etnia del recién elegido presidente. En estos momentos hay un enfrentamiento fuerte entre las dos principales etnias de este país. ¿No habrá ninguna organización internacional que tome cartas en el asunto antes que vaya a más? ¿Vendrán luego, tarde, las vanas lamentaciones como en el caso de Dafur?
No aceptacion del otro en lo que tiene de diferente, el rechazo, el temor a ser agredido de alguna manera en los propios derechos, llevan a desconocer los más elementales derechos humanos de todos. Una alerta este año para los brotes xenófobos, cada vez más numerosos e impunes, que se están dando en España.
Hemos elegido el nombre de Odiseo porque para nosotros simboliza la figura del inmigrante, de quien recorre el mundo y experimenta la alegría o el dolor que causa la acogida o el rechazo de aquel pueblo que lo recibe. Queremos ser como Alcínoo, rey de los feacios, quien en la Odisea de Homero, recibe a Ulises con estas palabras:
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.
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