Hemos elegido el nombre de Odiseo porque para nosotros simboliza la figura del inmigrante, de quien recorre el mundo y experimenta la alegría o el dolor que causa la acogida o el rechazo de aquel pueblo que lo recibe. Queremos ser como Alcínoo, rey de los feacios, quien en la Odisea de Homero, recibe a Ulises con estas palabras:
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.

miércoles, 23 de enero de 2008

Catolicidad


Como ya anunciamos en su momento, el pasado domingo 20 de enero, se celebró en la Concatedral de Santa María, la eucaristía con motivo del Día Mundial del Emigrante y el Refugiado.

Con toda la intención se había procurado que dicha celebración se enmarcara en el ámbito de una eucaristía parroquial y así se hizo, uniéndonos a los feligreses que acudieron a la de las 19'00 horas.


En todo momento, se pretendió que el acto tuviera gestos "universales" y presencia de la mayor cantidad de nacionalidades, como símbolo de la catolicidad de la Iglesia y de la armónica convivencia de todos sus miembros.


De este modo, la eucaristía, concelebrada por sacerdotes de España, Ruanda, Honduras y Colombia, que accedieron al presbiterio precedidos por jóvenes portando banderas de numerosos países, se inició invocando a la Trinidad en español, rumano e inglés.




La lectura de Isaías fue leída por una joven nigeriana, el salmo y la segunda lectura por un joven hondureño y una religiosa colombiana y el evangelio fue proclamado en español e inglés.


En la parte musical hubo aportaciones de un grupo nigeriano, que cantó en inglés, una joven rumana, que tocó con su violín el Ave María de Schubert, acompañada a la guitarra por un joven español, integrante del grupo que colaboró musicalmente en la eucaristía.


Presidió la celebración, en representación del obispo, el Delegado Episcopal en Caritas Diocesana, Juan Manuel Enrich, que incidió en su homilía en el aspecto universal de la Iglesia y demandó un esfuerzo, tanto de los inmigrantes, como de la sociedad de acogida, para lograr un mejor convivencia.

Abogó también por una atención integral al hermano que llega a nuestra sociedad; un atención que no quede sólo en la ayuda puntual y material, desde luego necesaria, sino que trascienda más allá. En el caso de los inmigrantes católicos, éstos deben ser unos feligreses más, aportando a las comunidades parroquiales sus experiencias y vivencias.

Como estábamos en el final del Octavario por la Unidad de las Iglesias, en su homilía destacó que debemos hacer un esfuerzo por esta unidad entre las iglesias cristianas.


Finalmente, reclamó un diálogo mayor y más fluido con otras confesiones religiosas.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

solo matizar que la celebración no fue presidida por el director de Cáritas, sino por el delegado episcopal en Cáritas.

bías dijo...

Aceptamos gustosamente la matización y hemos procedido a corregirlo en el post. Gracias por leernos.