Hemos elegido el nombre de Odiseo porque para nosotros simboliza la figura del inmigrante, de quien recorre el mundo y experimenta la alegría o el dolor que causa la acogida o el rechazo de aquel pueblo que lo recibe. Queremos ser como Alcínoo, rey de los feacios, quien en la Odisea de Homero, recibe a Ulises con estas palabras:
Oíd lo que os digo, las palabras que mi corazón en el pecho me dicta. He aquí un huésped que no sé quién es; llegó errante a mi casa, venga ya de poniente o de donde amanece la Aurora, nos suplica encarecidamente que lo acompañemos.

lunes, 18 de febrero de 2008

Elecciones, 2008: a vueltas con la inmigración

Pocos asuntos como la inmigración son tan dados a la polémica, al comentario irreflexivo o al uso electoral. Hay otros como las Notas de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, a propósito de las elecciones, que provocan reacciones similares. Nos referiremos brevemente a ambos aspectos.
La Nota de la Conferencia Episcopal ha provocado una auténtica catarata de declaraciones, críticas, comentarios, especialmente en relación a su punto 8, en el que habla del terrorismo.
Sinceramente, creemos que los obispos están en su derecho de expresar sus opiniones, como cualquier ciudadano, y de orientar a los fieles católicos "cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común", como se puede leer en el punto 1 de dicha Nota.
Hemos releído esta Nota, y también las que se redactaron para las elecciones del 2004 y del 2000 y las vemos muy similares. En esos años no se originó tal polémica.
Pero nosotros queremos centrarnos en lo que estas notas, las del 2000, 2004 y 2008, dicen con respecto a la inmigración, teniendo en cuenta que en noviembre de 2007, la Conferencia Episcopal elaboró una reflexión sobre La Iglesia en España y los inmigrantes, cuya lectura recomendamos . Es lo siguiente:
En la nota elaborada ante las elecciones del año 2000, se decía en el punto 5:
Aplicación de políticas que favorezcan la libre iniciativa social, el trabajo para todos, la justa distribución de las rentas y la moralidad en la vida económica, con una especial atención a los más desfavorecidos de la sociedad: pobres, inmigrantes, ancianos y enfermos que viven solos, etc. En este campo no podemos olvidar las obligaciones de nuestro país con los pueblos subdesarrollados o en vías de desarrollo, pues la solidaridad internacional es una exigencia del orden moral.



Pasamos a la nota ante las elecciones del 2004, que en el punto 4 dice:
Políticas sociales y económicas respetuosas y promotoras de la dignidad de las personas, que favorezcan la libre iniciativa social, en la economía y en la cultura; que propicien el trabajo para todos y la justa distribución de las rentas; que presten especial atención a los más desfavorecidos, como los inmigrantes, los ancianos y los enfermos; que atiendan a la necesaria solidaridad de nuestro país con los pueblos subdesarrollados o en vías de desarrollo.
Y, finalmente, la polémica Nota ante las elecciones del 2008, en su punto 10 dice:
En este momento de la sociedad española, algunas situaciones concretas deben ser tenidas muy particularmente en cuenta. Nos parece que los inmigrantes necesitan especialmente atención y ayuda. Y, junto a los inmigrantes, los que no tienen trabajo, los que están solos, las jóvenes que pueden caer en las redes de la prostitución, las mujeres humilladas y amenazadas por la violencia doméstica, los niños, objeto de explotaciones y de abusos, y quienes no tienen casa ni familia donde acogerse. Hay que trabajar también para superar las injustas distancias y diferencias entre las personas y las comunidades autónomas, tratando de resolver los problemas más acuciantes, como son el trabajo, la vivienda accesible, o el disfrute equitativo de la naturaleza, compartiendo dones tan indispensables para la vida como el agua y cuidando con esmero el patrimonio común de la creación (n. 80). En el orden internacional, es necesario atender a la justa colaboración al desarrollo integral de los pueblos.
Y ahora una referencia a las propuestas que han hecho los partidos políticos, o las reacciones a dichas propuestas, sobre políticas de inmigración.
No nos manifestaremos sobre su pertinencia o no. Sólo queremos decir que la inmigración es un asunto muy delicado y muy importante como para que caiga en el campo de la lucha partidista, del rédito electoral o de la promesa fácil, cuando no de la demagogia.


En ningún caso debe utilizarse la inmigración con fines electorales, ya que es un asunto que afecta a personas con toda su dignidad, que debe ser tratado con gran delicadeza, con una reflexión serena y desde el consenso; hay que aplicar en él también el sentido común, la empatía y la misericordia. En ese sentido, nos parece acertado lo que dicen los obispos en el ya citado documento La Iglesia en España y los inmigrantes:


A la luz del Evangelio, suprema ley para los cristianos, la actual legislación, su aplicación y la frecuente instrumentalización del fenómeno de las migraciones como arma política están muy lejos del ideal, y la Iglesia debe manifestarse siempre desde la consideración de la dignidad de toda persona y desde la exigencia del respeto a sus derechos fundamentales.

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