En nuestro anterior artículo indicamos nuestra voluntad de ofrecer un resumen del cuaderno 152 de Cristianisme i Justícia. Esta serie de artículos no tiene más mérito, pues, que el de ofrecer desde otro foro algo que se puede leer en su fuente original. El acertado enfoque, la claridad expositiva y el método empleado, que se basa en reflexionar y responder a tópicos y lugares comunes sobre la inmigración, nos han impulsado a recoger en nuestro blog parte de dicho trabajo.
Ofrecemos, sin más preámbulos, el resumen indicado.
1. Se dice que la avalancha de inmigrantes es imparable, y se dice también que necesitamos cientos de miles de inmigrantes para sostener nuestro sistema económico y social. ¿A qué debemos atenernos?
Los discursos que suscitan temor a flujos migratorios imparables y que justifican la necesidad socioeconómica de la inmigración son compatibles, y nacen de una raíz común: el interés unilateral de los países desarrollados. Los factores de expulsión y atracción que fundan los movimientos migratorios sólo se pueden comprender teniendo en cuenta las desigualdades internacionales. Y las políticas migratorias, desde ahí, tienen que concebirse como compensación de las desigualdades y gestión de beneficios socio económicos y culturales conjuntos para las sociedades de origen y de destino.
2. Se dice que vamos a “escoger” el tipo de inmigrantes que necesitamos, para no “sufrir” llegadas de personas de cualquier tipo de cualificación ¿Es esta una buena política? ¿No perjudica a nadie?
Las políticas migratorias basadas en la selección de migrantes cualificados perjudican a los países que han soportado la carga de la educación y que se verán privados de la aportación social de profesionales competentes. Unas políticas migratorias selectivas, para ser justas, deben compensar esos gastos de educación y fomentar la aportación de los profesionales migrantes a sus países de origen. Y requieren el complemento de políticas de cooperación que fomenten el ejercicio profesional de la población cualificada en sus propios países.
Ofrecemos, sin más preámbulos, el resumen indicado.
1. Se dice que la avalancha de inmigrantes es imparable, y se dice también que necesitamos cientos de miles de inmigrantes para sostener nuestro sistema económico y social. ¿A qué debemos atenernos?
Los discursos que suscitan temor a flujos migratorios imparables y que justifican la necesidad socioeconómica de la inmigración son compatibles, y nacen de una raíz común: el interés unilateral de los países desarrollados. Los factores de expulsión y atracción que fundan los movimientos migratorios sólo se pueden comprender teniendo en cuenta las desigualdades internacionales. Y las políticas migratorias, desde ahí, tienen que concebirse como compensación de las desigualdades y gestión de beneficios socio económicos y culturales conjuntos para las sociedades de origen y de destino.
2. Se dice que vamos a “escoger” el tipo de inmigrantes que necesitamos, para no “sufrir” llegadas de personas de cualquier tipo de cualificación ¿Es esta una buena política? ¿No perjudica a nadie?
Las políticas migratorias basadas en la selección de migrantes cualificados perjudican a los países que han soportado la carga de la educación y que se verán privados de la aportación social de profesionales competentes. Unas políticas migratorias selectivas, para ser justas, deben compensar esos gastos de educación y fomentar la aportación de los profesionales migrantes a sus países de origen. Y requieren el complemento de políticas de cooperación que fomenten el ejercicio profesional de la población cualificada en sus propios países.
3. Se dice que hay que acabar con los procesos extraordinarios de regularización, e incluso con los procesos personalizados de regularización por arraigo. ¿Qué consecuencias tienen estos procesos? ¿Qué pasaría si prescindiéramos totalmente de ellos?
Es deseable que desaparezcan los mecanismos de regularización extraordinaria de personas que han inmigrado al margen de las previsiones legales y de los procedimientos administrativos vigentes. Pero la condición indispensable es la adopción de una legislación y una política que flexibilicen y ordenen los flujos migratorios regulares. Entre tanto, los procedimientos personalizados de regularización por arraigo dignifican la vida de personas que soportan condiciones de extrema dureza, y benefician al sistema económico privado y público.
4. Se dice que la población inmigrante tiene necesidades de intervención social específica y, a la vez, que es necesario llegar a la normalización de los servicios sociales para evitar toda discriminación positiva. ¿Cómo se pueden elaborar políticas sociales equilibradas?
Es importante salvar el principio general de normalización de unos servicios sociales accesibles para toda la población. No obstante, es preciso tener en cuenta algunas necesidades específicas de la población inmigrante, que deben traducirse en servicios sociales apropiados: para brindar acogida y documentación en la fase de llegada, y para facilitar el conocimiento de los idiomas, cultura y condiciones de acceso a los distintos recursos y servicios sociales.
Es deseable que desaparezcan los mecanismos de regularización extraordinaria de personas que han inmigrado al margen de las previsiones legales y de los procedimientos administrativos vigentes. Pero la condición indispensable es la adopción de una legislación y una política que flexibilicen y ordenen los flujos migratorios regulares. Entre tanto, los procedimientos personalizados de regularización por arraigo dignifican la vida de personas que soportan condiciones de extrema dureza, y benefician al sistema económico privado y público.
4. Se dice que la población inmigrante tiene necesidades de intervención social específica y, a la vez, que es necesario llegar a la normalización de los servicios sociales para evitar toda discriminación positiva. ¿Cómo se pueden elaborar políticas sociales equilibradas?
Es importante salvar el principio general de normalización de unos servicios sociales accesibles para toda la población. No obstante, es preciso tener en cuenta algunas necesidades específicas de la población inmigrante, que deben traducirse en servicios sociales apropiados: para brindar acogida y documentación en la fase de llegada, y para facilitar el conocimiento de los idiomas, cultura y condiciones de acceso a los distintos recursos y servicios sociales.
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