El domingo 18 de enero se celebra en toda le Iglesia el día del Inmigrante y Refugiado. Tradicionalmente, desde Benedicto XIV, es un día que la Iglesia propone para la reflexión sobre la realidad de estos hermanos. Se calcula que alrededor de 150 millones de personas viven fuera de sus países de origen, con todo el sufrimiento de desarraigo personal que conlleva, la dificultad social y administrativa para integrarse en los países de destino, la ausencia de familia en muchos casos y dificultades añadidas por su condición de inmigrante o de refugiado. Pero tienen todo el Derecho a inmigrar, La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 dice que todas las personas tienen el derecho a movilizarse libremente en su país o fuera de él (artículo 13.2) y a escoger libremente el lugar donde quieren vivir y trabajar.
En España hay cuatro millones y medio de inmigrantes y en Castellón se calcula que alrededor del 17% de la Población está formada por inmigrantes.
Nos preguntamos: ¿En la situación actual de crisis, cuando tanto ha crecido el paro, son necesarios tantos inmigrantes? Aunque sea una pregunta que está en la calle, proviene de concebir al inmigrante, no como persona, sino como mano de obra, y no podemos olvidar, desde una mirada humana y cristiana que cualquier persona es mucho más que eso.
Por eso, este año, la Conferencia Episcopal Española ha tomado como lema: EN TIEMPO DE CRISIS: COMUNIDADES FRATERNAS. Cada comunidad cristiana está llamada a ser esa comunidad fraterna, sea en la ciudad, en una pequeña parroquia, o en un movimiento cristiano. Bastantes inmigrantes profesan nuestra misma fe y son de derecho, y algunos de hecho, miembros de esas comunidades fraternas, que deben salir al paso de los problemas económicos, sociales que sufren los que se encuentran en mayor riesgo de exclusión. Es algo que la Iglesia no puede hacer sola, pero lo que sí puede hacer siempre es brindar acogida entrañable y sincera para juntos buscar soluciones.
En nuestra Diócesis el día 18 de Enero, con motivo de la Jornada, se celebrará una Eucaristía presidida por el Sr. Obispo, en la Parroquia de la Sagrada Familia de Castellón con la participación, no sólo de la comunidad parroquial, sino de hermanos inmigrantes, como signo de que todos formamos una sola familia, tenemos una sola fe y un mismo Dios y Padre. Tendrá lugar a las 6 de la tarde. Todos aquellos que quieran expresar esa fraternidad, inmigrantes o no, católicos o no, están invitados a esta celebración común.
En España hay cuatro millones y medio de inmigrantes y en Castellón se calcula que alrededor del 17% de la Población está formada por inmigrantes.
Nos preguntamos: ¿En la situación actual de crisis, cuando tanto ha crecido el paro, son necesarios tantos inmigrantes? Aunque sea una pregunta que está en la calle, proviene de concebir al inmigrante, no como persona, sino como mano de obra, y no podemos olvidar, desde una mirada humana y cristiana que cualquier persona es mucho más que eso.
Por eso, este año, la Conferencia Episcopal Española ha tomado como lema: EN TIEMPO DE CRISIS: COMUNIDADES FRATERNAS. Cada comunidad cristiana está llamada a ser esa comunidad fraterna, sea en la ciudad, en una pequeña parroquia, o en un movimiento cristiano. Bastantes inmigrantes profesan nuestra misma fe y son de derecho, y algunos de hecho, miembros de esas comunidades fraternas, que deben salir al paso de los problemas económicos, sociales que sufren los que se encuentran en mayor riesgo de exclusión. Es algo que la Iglesia no puede hacer sola, pero lo que sí puede hacer siempre es brindar acogida entrañable y sincera para juntos buscar soluciones.
En nuestra Diócesis el día 18 de Enero, con motivo de la Jornada, se celebrará una Eucaristía presidida por el Sr. Obispo, en la Parroquia de la Sagrada Familia de Castellón con la participación, no sólo de la comunidad parroquial, sino de hermanos inmigrantes, como signo de que todos formamos una sola familia, tenemos una sola fe y un mismo Dios y Padre. Tendrá lugar a las 6 de la tarde. Todos aquellos que quieran expresar esa fraternidad, inmigrantes o no, católicos o no, están invitados a esta celebración común.